Benelli 500 Corsa: Una MotoGP del 70, Tributo a Pasolini - En 2.014 con Super7
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Ahora, en Super7, hemos tratado, a nuestro modo y con el más venerable de los respetos, sacar de su eterna espera a esa gran dama, 41 años después. Majestuosa, como todas las grandes; sobria y solemne, como cualquier dama que se precie; altiva, porque de su noble casta de Gran Premio y de su aristócrata origen de fábrica no se puede esperar menos, y de porte distinguido porque su ceñidísima exclusividad se lo permite sobradamente, la Benelli 500 Corse, Tributo a Renzo Pasolini vino a nuestro encuentro una tarde de otoño limpia y apacible, como exigía el momento solemne que íbamos a vivir.
Alejandro, un apasionado del mundo clásico, con un entusiasmo difícil de superar, incluso en ese entregado apartado de la moto, se presenta en nuestro querido circuito de FK-1 al término de uno de nuestros cursos de conducción. Abre el portón de su furgón y nos descubre el imponente frontal de su joya histórica. Acto seguido, la hace descender por la rampa y la coloca centrada sobre su alfombra a juego, con el escudo de Benelli impreso, con idéntico mimo que si manipulara el manuscrito original de un libreto de Verdi.
Me acerco hasta él para estrecharnos la mano con efusividad y ya, desde el primer momento, le percibo con un nerviosismo concentrado, como si pesase sobre él la responsabilidad de anfitrión en evento decisivo, donde nada puede fallar. Y así comienza a darme las primeras explicaciones, con el mismo tono acelerado que se antoja como un contagio del propio carácter de la Benelli.
-¿Es la moto oficial de 500?
-No, no –se apresura a aclararme-. Es una carreras-cliente. Benelli hizo esta 500 Corsa a semejanza del prototipo oficial…
-De la moto de Passolini.
-Eso es, Benelli fabricó unas pocas unidades como ésta para los pilotos privados.
Y me quedo observándole mientras hace un pequeño despliegue de mesa, silla y herramientas alrededor de su preciada reliquia. En ese momento, veo la oportunidad para excusarme y acercarme hasta el lavabo, situado, precisamente, al otro extremo de los boxes.
-Bien yo termino de colocarlo todo y luego la voy calentando un poco –me explica sin levantar la mirada de su Tributo a Pasolini.