Benelli Leoncino 500 Trail, haciendo kilómetros solidarios
Super7moto.com ha participado en un bello proyecto y en una exigente prueba. Kilómetros Solidarios comenzó a principios de 2019 con el objetivo de hacer el mayor número de kilómetros posibles a una Benelli Leoncino Trail, poniendo a prueba la fiabilidad del modelo. Entre enero y diciembre la moto ha sido cedida a diferentes medios para rodar con ella, y por cada 10 kilómetros recorridos Benelli va a donar 1€ a la fundación Aladina de ayuda contra el cáncer.
Probador: Enrique Vera
Ficha Técnica: 51 años, 85 kg, 1,83 m
Nivel: Amante y usuario de todo tipo de motos, mientras más raras mejor. Piloto de Vespa offroad. (Varias veces ganador del Vespa Raid Maroc)
El objetivo era llegar a 30000 km en el transcurso del año, y una vez superados, Benelli donaría 2€ por cada 10 kilómetros recorridos. Motos Palma, concesionario oficial Benelli en Sevilla me cedió la moto de pruebas las 2 últimas semanas del año, y a pesar del temporal de lluvia, del frío, de las cabalgatas y de las comidas navideñas he podido rodar algo más de 1700 kilómetros con ella, dejando el marcador en 32354 kilómetros, bonita cifra para ser realizada en un solo año. ¡¡Eso supone 340€ de aportación a Aladina por parte de Super7moto!!
Desde hace más de diez años, la Fundación Aladina ayuda a niños y adolescentes enfermos de cáncer y a sus familias, proporcionándoles apoyo emocional, material y psicológico. Aladina es una realidad que atiende cada año a más de 1.500 menores y que colabora con doce hospitales de toda España en los que desarrolla diversos programas y actividades destinados a mejorar la calidad de vida de estos pequeños guerreros y de sus familias.
Normalmente probamos motos nuevas, recién terminadas el rodaje, y a veces ni eso. Analizamos su comportamiento y prestaciones como motos nuevas, pero no sabemos de que manera envejecerán, como encajarán los kilómetros, la lluvia, los rayos de sol, los lavados a presión, el desgaste del día a día…
En esta ocasión la moto no estaba nueva, tenía más de 30000 kilómetros hechos por muchos pilotos distintos, lo que añade aun más dureza e interés a la prueba. Nada menos que 23 periodistas, blogueros e influencers independientes han llevado esta moto a lo largo del año, y las motos de prueba no se tratan a besos precisamente… Es de destacar la gran valentía de Benelli al poner esta moto en tantas manos, que no suelen tener problema en poner a parir una moto que no les guste.
Bueno, vamos al grano. Nuestra protagonista es la versión Trail de la Benelli Leoncino 500 estandar que ya probé anteriormente en esta misma revista (Pincha Aquí)
La moto es prácticamente la misma, se siente casi igual, los cambios no son muchos, pero son suficientes para cambiar la filosofía y las aspiraciones del modelo. En la versión trail las llantas son de radios en vez de aleación, la delantera pasa de 17 a 19 pulgadas, la anchura de los neumáticos delantero y trasero pasa a ser 110 y 150 en lugar de 120 y 160, con cámara en vez de tubeless, las pinzas delanteras son flotantes de 2 pistones en lugar de radiales de 4 pistones, los recorridos de ambas suspensiones crecen y su tarado se hace más suave.
Aunque se apellida Trail esta moto es una Scrambler en toda regla. Para el que esté un poco perdido entre tanta palabra de moda, diremos que las scramblers nacieron en los garajes de USA a principios de los 50, donde los aficionados adaptaban minimamente sus motos de carretera para competir por las largas pistas de tierra del oeste americano. Manillares anchos para controlar mejor la moto, guardabarros cortos para no abollarlos en las caídas, escapes elevados para no machacarlos contra las piedras, fuera todo lo que no sirva para que no pese y no se rompa… Algunos fabricantes sacaron modelos scrambler, como la Triumph TR6 Trophy, BSA Spitfire Scrambler, Honda CL y la más tardía y recordada en nuestro país Ducati Scrambler 250 y 350, pero tras su época dorada en los 50 y 60 cayeron en el olvido, sobre todo tras la aparición de las trails, que justamente hicieron el camino contrario, adaptando motos de campo a un uso mixto. En el trascurso de los años las trails se han hecho mucho más asfálticas, ya casi motos de turismo, y sin embargo las scrambler, en esta nueva era vintage, han renacido con su misma esencia. Motos de carretera sencillas y ligeras, desprovistas de todo lo superfluo, que lo mismo les da posar en un bar que recorrer una pista polvorienta.
Esa era una de mis dudas. ¿Estas motos son solo una moda? ¿Sirven para algo más que quedar bien en las fotos? ¿Son prácticas en el día a día? ¿Aguantan un día de pistas, barro y arena? En estos 1700 kilómetros he probado la Leoncino Trail bien a fondo, usándola a diario, haciendo rutas de carreteras de curvas y probando sus límites en el campo. Y he de decir que la moto ha respondido muy bien.
Al probarla en asfalto me ha sorprendido su tacto muy cercano al de una moto nueva, a pesar de los más de 30000 kilómetros que tenía en su marcador. Eso dice mucho de la calidad de materiales y de ejecución de esta moto. Los mandos siguen funcionando suaves, sin holguras, no hay ruidos ni vibraciones extrañas, y el motor sigue empujando la moto como si fuera nueva. Al igual que en la prueba de la Leoncino asfáltica, me ha cautivado el sonido de su motor bicilíndrico a 360º. Ese sonido ronco y vivo a la vez huele a carreras, te anima a dar gas y te alegra el día. La moto de pruebas tenía instalada una cola de escape Arrow, que lo dejaba ligeramente más abierto, apenas un tono de diferencia con el escape de origen. Este sonido pasional, unido a las ganas de subir de vueltas del motor hace que sin querer vayas muy rápido con esta moto. Parece que ella te lo pide, va ligera, acelera fácil, no se notan vacíos en toda la banda de funcionamiento del motor. A no ser que la estrujes a fondo no se nota que “es solo una 500”. Unicamente se echa en falta la patada final, uno se agarra fuerte al manillar, luchando contra el viento, esperando despegar en el final del cuentavueltas, pero a partir de 8000 rpm le falta empuje y es mejor engranar una marcha más en su rápido y preciso cambio. Es el peaje a pagar por poderla llevar con el carnet A2…
El resto de características acompañan. La posición dominante del ancho manillar, la postura razonablemente deportiva, la confianza y facilidad de manejo que da el chasis... Tenía mis dudas sobre la llanta delantera de 19 pulgadas, dado lo bien que se comportó su hermana con llanta de 17, pero se confirma la tendencia en motos mixtas. La llanta de 19, con un neumático 110, ni muy ancho ni muy estrecho, es el compromiso ideal en motos que deben ser capaces de andar tanto por carretera como por tierra. La confianza en curvas con los Metzeler Tourance que llevaba montados es muy buena, la moto direcciona muy bien y a la vez es estable, sin tendencia a sacudir la cabeza a alta velocidad sobre curvas o baches. El ancho manillar y el ajustado peso de 170 kg en seco ayudan a meter la moto sin problema en curvas lentas.
El freno delantero detiene bien la moto, aunque no tiene el mordiente de las pinzas radiales de 4 pistones, lo que se agradece con la rueda más estrecha de 19 pulgadas. El freno trasero es sorprendentemente potente. El ABS apenas tiene que entrar en acción, lo que indica que el equipo de frenos está bien compensado.
Las suspensiones en asfalto cumplen con lo esperado, son más suaves y con más recorrido que su hermana asfáltica. Tienen cierta inercia en curvas rápidas, pero a cambio no se descomponen en asfaltos rotos, permiten mantener buen ritmo. La horquilla no es regulable, el amortiguador si, con ajuste exterior de precarga y de hidráulico en extensión.
El apellido trail de esta scrambler descoloca un poco. ¿Scrambler o trail? Para despejar dudas lo mejor es salir del asfalto y ver de que es capaz. A pesar de la falta de tracción de las Tourance en barro, se puede disfrutar mucho de esta moto por el campo. Su gran ligereza, ancho manillar, ausencia de carenado, buena respuesta de motor y suficientes suspensiones hacen que te atrevas a meterte por sitios que con una maxitrail te lo pensarías 2 y 3 veces, por muchas siglas ADV que lleven. Sorprende superar sin apuros zonas de arena y fuertes pendientes, más propias de motos de enduro. Aunque el escape es bajo y no lleva cubrecarter, paramanos ni otras protecciones útiles en este terreno, la moto es robusta, aguanta el trato duro y los vadeos serios sin inmutarse. En pistas abiertas el motor estira mucho, y las suspensiones cumplen, sin excesos. La suspensión delantera responde bien, pero la trasera se nota seca. Sería la primera a cambiar en una preparación campera de la moto.
El guardabarros delantero va suficientemente separado de la rueda para que el barro no la bloquee, pero es corto y lanza suciedad al radiador y a veces a la cara del piloto… El estilo manda. El guardabarros trasero con matricula pegado a la rueda no va bien en uso offroad. Va continuamente en movimiento y en muchas ocasiones queda demasiado cerca del suelo. Además estéticamente es lo que menos me convence de la moto…
De vuelta a la ciudad, que es donde pasará la mayor parte de sus kilómetros, la moto supera con buena nota el examen de la parrilla de salida de cada semáforo... Es muy bonita, llama la atención, sobre todo la unidad “solidaria” con todas las pegatinas de los diferentes pilotos que la han probado y con la pequeña cúpula de relojes/placa portanúmeros de la unidad de pruebas, la gente pregunta y se sorprenden por su sonido y su aceleración. El radio de giro es bueno, se maneja bien con el ancho manillar, aunque hay que tener cuidado al pasar entre coches, el motor es ágil, consume muy poco y se siente ligera. La postura es buena, aunque es alta de asiento, bastante más que su hermana asfáltica.
Por otra parte se echan en falta los aspectos prácticos de que el estilo scrambler por definición carece. No hay sitio para guardar nada, es un crimen poner un baúl a esta moto, el asiento del pasajero es bonito pero es duro y bastante incómodo, el depósito de solo 13 litros dura poco más de 200 kilómetros, vas abrazando al viento sin carenado que te resguarde del frío… Todo esto no importa si este es el estilo de moto que te atrae. Lo que ya no es tan excusable es la escasa potencia del faro. La luz es muy blanca, pero la iluminación en cortas es pobre. Las largas apenas suben un poco el haz de luz. Una pena, porque el diseño del faro es soberbio. También es criticable el gran error del velocímetro. Un 13% es excesivo.
Como cierre de la prueba he de decir que me ha costado devolver la moto al concesionario. Esta moto italiana fabricada en China me ha gustado mucho. Quizás sea porque se sigue sintiendo casi como nueva a pesar del trato recibido en todo un año. O porque su motor va redondo y no gasta ni gota de aceite a pesar de los 32000 kilómetros de pruebas en su marcador. Tal vez porque anda muy bien, tiene buena estabilidad y sale música de su escape. O quizás porque su estilo scrambler “mola” y es muy bonita... La sorprendente realidad es que una moto que transmite tanto solo cuesta 6000 euros y tiene 3 años de garantía. Con productos como este no es de extrañar el éxito de Benelli en estos últimos años.
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