Salir del redil. Dry River en Madrid

Escrito por Dani Matute el . Publicado en Kustom Kulture

GiraDryRiver
Música a dos ruedas- El otro día asistimos a un concierto que nos trasladó a un pasado en el que la música era importante y te hacía pertenecer a un colectivo u otro por afinidad de gustos. Fue una inmersión catártica en el universo musical de Dry River.


Si lees su perfil en twitter que dice que tienen un estilo Surtido-Cuétara Rock puedes pensar que no son un grupo para tomarse en serio y es posible que ni los escuches ni, mucho menos, vayas a verlos en directo. Pues amigo, permíteme decirte que cometerías un grandísimo error. Un error tan grande como meterse en este embolado de intentar hacer una reseña, una crítica o como pueda llamarse esto, del concierto que el 26 de enero de 2019 dieron los Dry River en la sala Copérnico de Madrid. Pero allá vamos que, si ellos son capaces de facturar un espectáculo tan cercano y crear un ensamble musical tan perfecto, nosotros tenemos que hacer el pequeño esfuerzo de describirlo.

No somos críticos musicales. Ni somos periodistas o escritores así que intentaremos hablar sólo de los sentimientos, emociones o sensaciones que nos proporcionó el directo de estos señores de Castellón. No vamos a conjeturar si tienen influencias de Queen o de The Who. Ni si mezclan orgiásticamente heavy metal, jazz, blues, funk, AOR, metal progresivo y más. No. Nos conformaremos con dar las pinceladas de lo que se experimenta en su concierto.

El show tuvo dos partes diferenciadas. En la primera, tocaron todas las canciones de su último disco “2038”. Su maestro de ceremonias nos puso en antecedentes: habían logrado traer del futuro, del 2038, al grupo. O ¿era que habíamos viajado todos hasta el 2038? Fuera como fuese, empezaron salvajamente con “Perder el Norte”, una de mis preferidas y que describe la esencia del grupo: poderosa base rítmica de batería y bajo (Pedro Corral y David Mascaró), los teclados tipo hammond (Martí Bellmunt también saxofonista), dos guitarras protagonistas (Matías Orero y Carlos Álvarez) y una pedazo de voz (Ángel Belinchón). Ritmo rápido con un solo de guitarra muy cercano al medio tiempo. Siguieron con la ecologista de tintes catastróficos “Fundido a negro”. En ese momento salió el maestro de ceremonias con máscara de gas que me recordaba al personaje Desserto Kriss del espectáculo infantil del Mecánico del Swing y que te hace pensar sobre lo que estamos haciendo a la naturaleza.

Continuó “Rómpelo”, que va de afrontar y romper tus miedos, como explicó el excelente cantante que es Ángel. Aquí me encanta cómo meten un solo jazzístico de guitarra y justo después emerge el doble bombo y Ángel con voz death metal-gutural. Y queda hasta natural, oye. En el siguiente tema rompieron el orden que llevan las canciones en el trabajo de estudio y afrontaron “Con la música a otra parte” en la que subió a tocar con ellos Juanjo Melero, ex de Sangre Azul, haciendo gala de su virtuosismo a la guitarra: impagable los tres guitarristas picándose entre ellos y el subidón que nos dio a la audiencia.
En “Me pone a cien” nos explicaron que ni a posta les sale una canción de radiofórmula porque les pone que los acordes y las notas chorreen por las partituras. Volvió a aparecer el actor (Fanfi) sobre el escenario con unas maracas para escenificar mejor aún lo de hit estival.



Siguieron con “El camino” con sus cambios de registro y coros cantables. “Al otro lado” que es muy blues, muy soul, en la que Ángel demostró, una vez más, lo imponente que es su privilegiada voz. Se echaron de menos los coros femeninos de la versión en estudio pero…¡oiga! los pelos como escarpias. Llegados a este punto te preguntas cómo va a aguantar el cantante el resto de concierto a este nivel de exigencia vocal.



Pasamos a “Cautivos” donde en plan rock-sureño-country-folk, hacen una oda a la libertad y a salirse del redil, en este caso con la ayuda de su maestro de ceremonias que acompañaba la canción con gestos y mostrando carteles con dibujos al ritmo del estribillo.
Y llegamos al punto álgido de 2038 y del concierto, al menos a nuestro parecer. “Peán”, una canción épica de más de diez minutos en la que, de repente, aparece sobre el escenario un tipo con aspecto motero que se arranca a cantar: el vocalista de los nuevos Rainbow de Ritchie Blackmore, Ronnie Romero. Diez minutos de obra maestra del mejor rock progresivo de nuestro país. La letra va sobre alguien que se alista al ejército con unos ideales pero se da cuenta de que le utilizan y que no merece la pena y termina sintiéndose como un idiota (los heavy metal barceloneses Döria tienen una canción, “Por si sirve de algo”, que habla más o menos de lo mismo que también merece varias escuchas). “Peán” es grandiosa y la aportación de la portentosa voz de Romero encajó a la perfección. Y terminaron con la balada “Me va a faltar el aire” coreada por todo el público. Esta canción debería bastar para encumbrarles en el rock patrio. Mira que reniego de esa época de M-Clan, pero esta canción debería ser el “Carolina” que les lanzase al gran púbico. Tiempo al tiempo.



Tras la apoteosis, se marcharon del escenario. Su maestro de ceremonias nos explicó que no saliésemos a la calle porque todavía estábamos en el 2038 y podíamos colapsar al ver cómo habían cambiado las cosas fuera y que nos quedásemos a “los falsos bises no planificados”. Empezaron esta segunda parte de concierto con “Bajo control” un temazo de su segundo disco. Y volvió a subir Ronnie Romero para colaborar en la excelsa versión de “Bohemiam Rhapsody”. No en vano, Ritchie Blackmore describe su voz como una mezcla de Dio y Mercury.



En esto, Julio Castejón, de Asfalto salió para cantar “Melani”, una composición propia de Asfalto en contra de la violencia machista, y también para acompañar al grupo en “La llave del sol” del primer disco de los Dry.



Y llegó el colofón casi final con “Irresistible”, en el que Ángel se colgó al hombro un keytar y el actor y maestro de ceremonias ejecutó una coreografía muy graciosa al ritmo funk de la canción.

Como fin de fiesta, “Traspasa mi piel”, que suele cerrar todos los conciertos, en este caso con la colaboración del público totalmente conectado al grupo coreando el estribillo.
Lo dicho al principio: salid del redil de los estilos musicales encorsetados y tomaos en serio a esta banda. Vuestros oídos lo agradecerán.
Los videos no son oficiales, por lo que el sonido es regulero y alguno no es del show de Madrid. Pero es la mejor forma de hacerse a la idea de lo que vivimos en la sala Copérnico. Agradecemos a los que los grabaron y colgaron en youtube.

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