Honda Hornet, Tres en Una
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Una moto que te permite trasladarte a través de la ciudad a ritmo de desfile, lo mismo que participar en unas tandas libres desatando sobre la pista una aceleración inusitada en una naked de 600. (sigue leyendo)
Antes de empezar a hablar de esta moto media, debo confesar al lector, y también, ¿por qué no?, a la marca del Ala Dorada, mi escepticismo ante este modelo que lleva 15 años en el mercado. A priori, tenía la vaga impresión, no sé muy bien por qué, de que me disponía a probar una moto fría, sin carácter…, digamos que un tanto sosa; y así fue, mostrando para un servidor, en diferentes escenarios, desde la primera toma de contacto, hasta que, al final, escudriñando en las últimas rayitas del cuenta revoluciones, se destapó el oculto espíritu de esta naked, la picadura del avispón.
Podemos decir que con este modelo tenemos tres motos en una: Un servidor descubrió la tercera durante el último día.
EL MOTOR
Se puede decir que es quien define el carácter de la Hornet, las tres versiones, tan diferentes entre sí, que ofrece al motorista.
La Primera Hornet.
Llega hasta las seis mil revoluciones, aproximadamente, y se muestra en esta fase como la inocente dos y medio con la que la que cruza una y otra vez la ciudad cualquier mensajero. La verdad es que nada más recogerla, me tocó deambular con ella, entre calles y avenidas cuajadas de un tráfico asfixiante, con el motor sin salir de esa franja, a esos ritmos flojos que me mostraban a la Hornet como una moto ciertamente sosa. Confieso que no pude evitar sentir cierta decepción, aunque, después de haber probado ya tantas y tantas motos, no me dejé llevar por ella, extrayendo conclusiones prematuras.
Menos mal.
La Segunda Hornet
Ésta apareció en esas carreteras que tanto nos gustan a los quemados y que serpentean la montaña para mostrarnos paisajes tan espectaculares que ignoramos porque, sencillamente, no nos podemos distraer contemplándolos. En el inicio de una subida, donde arranca uno de esos puertos, estiré un poco más el motor, algo sin estridencias, y se empezó a definir la segunda franja, entre las seis mil y las nueve mil, más o menos, transmitiendo la sensación de una cuatrocientos bicilíndrica.
Sí, la Hornet se balancea con facilidad y con mucha suavidad entre curva y curva, impulsada por el motor en esa franja de régimen. Aparecen unos mínimos bajos, pero más que suficientes, y unos medios discretos pero capaces de levantar la moto con soltura a la salida de cada curva. Esta segunda Hornet resulta suavemente divertida enlazando eses y rectas cortas entre subidas y bajadas.
Suave, sí; divertida, también, pero aún no se muestra insulsa, como se suele comentar: que dice muy poco o que, directamente, no dice nada.
La Tercera Hornet
Así transcurrieron los días, moviéndome en ese máximo de revoluciones. Llegué algunas veces a las diez mil, sintiendo algún despunte de potencia, pero sin llegar, ni mucho menos, a la rabia deportiva de una naked tetracilíndrica media.
Iba a devolverla, lo confieso, entregado ya a la decepción. No imaginé que las palabras de mi compañero Sergio, un quemado irrecuperable, se convirtieron en una auténtica revelación al día siguiente.Más allá de las diez, las once o las doce mil, la Hornet se convierte en una bestia indómita, en una moto que sin duda llevará a arrepentirse al incauto principiante que la haya elegido como primera moto, porque esta seiscientos de inocente apariencia y comportamiento a bajo régimen le pondrá en más de un aprieto cuando no le haga sentir un terror espeluznante al descubrir agarrado con angustia al manillar el aguijón del Abejorro.
Del mismo modo, cuando sea un quemado el que estruje el motor de la Hornet, llevándolo más allá de esas diez mil y hasta el máximo, sentirá el cuerpo recorrido por una corriente eléctrica muy semejante a la que provoca el primer minuto de You Could Be Mine, tema en plena aceleración de los Guns N' Roses.
PARTE CICLO
La moto gira con una facilidad asombrosa, entra en el viraje con una naturalidad tal que parece llevar al piloto, en lugar de ser él quien la conduce. El paso por curva es todo sencillez y la salida del viraje un juego de niños, mejor aun si llevamos el motor por encima de las 7 u 8 mil.
Sobre la pisada de la Hornet no me cabe otra cosa que decir sino que es de las más nobles que he sentido dentro de su categoría. Tuve ocasión de comprobarlo bajo la fría niebla, mientras los neveros de los márgenes de la carretera contemplaban mi paso sobre ese suelo jabonoso e infame que se prepara al posarse las microgotas sobre el asfalto. Tacto noble, directo y sensación de control que reporta una firme confianza, dentro de lo firme que se puede sentir sobre un piso semejante.
La frenada, suficiente, pero ¡ojo! Porque a alguno le puede parecer sobradamente potente, desmesurada, incluso, junto con el motor por debajo de las diez, mientras que llevándolo más arriba de esa cota, hay que tener en cuenta la sorprendente aceleración que desarrolla la Hornet para aplicar la fuerza necesaria sobre la maneta cuando toca el momento de detenerla.
Conclusión
La Honda Hornet 600 es una moto homogénea y compacta, sí, desde luego de un conjunto muy recogido que brinda una variada polivalencia. Pero la Hornet es algo más. Tiene una esencia que se guarda en ese aguijón del abejorro, una esencia deportiva que podría llevarla hasta el mismo umbral de las doble erre de cilindrada media. Una esencia que te garantizará la diversión en un curso de conducción deportiva y que te llevará a los circuitos para disfrutar, dentro del grupo correspondiente, de una buenas tandas libres, cuando su propietario haya adquirido ya una básica experiencia dentro del mundo de los circuitos.
La Hornet 600, una moto polivalente y racional con un importante ramalazo deportivo.
Tomás Pérez