Triumph T-100 Steve McQueen

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Un modelo con un número limitado de unidades para recordar a una leyenda del celuloide, pero también, o sobre todo -según como se mire-, a una leyenda del Motociclismo: el actor Steve McQueen...(Leer más)

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-¡No. De ninguna manera! ¡Este tipo está como un cencerro! Dile que esa escena la rueda el especialista. ¡Y no hay más que hablar!
Era la voz irritada de John Sturges, productor de “La Gran Evasión”. Poco después, Steve Mc´Queen dio aquel soberbio recital de enduro bajo un cielo resplandeciente y sobre una pradera alpina que la gran pantalla llevaría a la inmortalidad. Cabriolas y regates, revueltas y recortes con los que representaba huir de los boches -torpes, como todos los malos del cine- que le perseguían. Mc´Queen se empleaba a fondo para sacar partido a aquella moto de los cuarenta, un auténtico cepo sobre la hierba montañesa, haciendo gala de un estilo de los sesenta digno de un campeón checo.

Steve-McQueen-triumph-Bonneville-T100El operador seguía sus evoluciones con la cámara. fijando y enfocando el objetivo sobre la silueta del actor motorista, manteniendo el plano sobre su figura y abriéndolo en algunos momentos para mostrar a sus perseguidores. Al salir de una de aquellas revueltas, Steve giró con violencia al borde de la alambrada que acotaba la pradera y tomó rumbo, a toda mecha, hacia el punto en el que se encontraba el operador apostado tras su máquina de cine, precisamente, en el otro lado de la pradera y al pie de la alambrada, en ese costado. Escucharon cómo Steve estrujaba el motor y subía de marchas, encarando la dirección de la moto justo hacia el objetivo de la cámara. Ningún miembro del equipo de rodaje entendía por qué aquella moto oscura había dejado de hacer recortes y regates sobre el verde austriaco para tomar una trayectoria absolutamente recta. Ninguno presentía qué ocurriría a continuación, ni mucho menos qué es lo que pasaba por la mente de Mc´Queen en ese momento, pero, probablemente, no se darían cuenta de que, instintivamente, todos retrocedían a medida que el actor se acercaba a la alambrada a toda velocidad.

Todos, todos, menos el operador que, tal vez conociendo el espíritu indómito de Steve, fijó más que en ningún momento el objetivo sobre la figura del actor puesto en pie sobre la moto para captar hasta el detalle más insignificante de la secuencia.
El resto, todo el mundo lo conoce y lo recuerda: el plano cinematográfico más motorista de la historia del celuloide, mostrando a Steve Mc´Queen en pleno vuelo sobre el verde de Los Alpes, con los brazos completamente estirados y el culo atrás, despegado del asiento, para franquear con sobrada limpieza el alambre espinado de los alemanes.
¿Ficción o realidad? Algunos sostienen que fue así, que fue el propio Steve quién hizo el salto, pero, parece ser que finalmente fue su doble especialista, y gran amigo, Bud Ekins, quien se encargó de hacer aquel fantástico salto.
Mc´Queen o Ekins, quien fuera en realidad carece de importancia, lo que está claro es que Steve hubiera rodado la escena completa con la soltura de un campeón porque su capacidad le daba de sobra, para eso y para bastante más. Ésa fue tan sólo una instantánea del cine bélico, un fotograma épico captado en 1.963, porque Steve Mc´Queen y su pasión por La Moto iban mucho más allá, era algo mucho más extenso y profundo que una simple pirueta motorista fruto del reto con un productor de cine.

DSCN4577Veamos hasta dónde le llevó la pasión de este actor por La Moto.

Una de las pruebas más prestigiosas, quizá la más prestigiosa, del Todo Terreno en los sesenta era Los Seis Días Internacionales de El Escorial. Una prueba de la que tuve alguna referencia casi treinta años después.

En el olímpico año de 1.992 se celebró el hasta ahora último enduro de El Escorial dentro del Campeonato de España, una prueba que muestra la pureza de este deporte y, desde luego, también su dureza a lo largo de unas ocho horas (a los malos nos costaba 10) en las que el piloto mantiene un pulso constante con los obstáculos de la Naturaleza y sus aliados, los elementos meteorológicos, a lo largo de esas horas de agotador esfuerzo. Una prueba, aquella del 92, que un servidor lleva muy a gala haber terminado extenuado y al borde del agotamiento, pero terminado.
En el año 64, Los Seis Días Internacionales de Enduro se celebraron en Alemania del Este; sin duda ninguna, con la misma dureza y semejante exigencia a los de El Escorial. En la lista de inscritos se podía leer el nombre del actor con el número 278. McQueen estaba haciendo una buena carrera, hasta que durante el cuarto día se le cruzó un espectador en medio de una complicada trialera. Su Triumph fue a parar al fondo de un barranco y Steve a una cama del hospital.
En 1.946, McQueen adquirió una Indian Chief, su primera moto. Participó más adelante en muchas carreras de enduro y cross con marcas como Husqvarna; aunque siempre mostró una especial predilección por una firma británica: Triumph. Su afición por la moto se extendió más allá de las carreras o del propio uso cotidiano, y así fue como llegó a hacer de probador para la revista Popular Science; y entre las motos más llamativas que poseyó se encontraba, por ejemplo, una Triumph Rikman Metisse: Se trataba de una preparación para enduro o cross, que partía de un modelo de carretera, una fórmula muy corriente y extendida en el aquel tiempo.

DSCN4569Frases como “las chicas se van, pero la moto siempre se queda a mi lado” o manifestaciones como la que hacía en casi todas sus entrevistas: “Para mí no hay nada comparable a salir en moto a rodar por el desierto al amanecer para hacer muchos kilómetros”, mostraban la profundidad de un espíritu puramente motociclista.
Finalmente y para tristeza de todo el mundo de La Moto, un cáncer se lo llevó para siempre en 1.980.