¡Enhorabuena, Dani!
Un editorial que pretende centrar la atención del amante de las carreras tras el seísmo con epicentro en Sepang y la mejor carrera de Dani Pedrosa en los últimos tiempos (Sigue Leyendo).
Me decía ayer mi compañero José María que incluso esa guerra psicológica, y tradicional desde hace décadas, con la que algunos pilotos hacen, y hacían, su puesta en escena durante los días previos a la siguiente carrera le parece impropio de la ética deportiva. Después, al colgar el teléfono, caí en la cuenta de que pienso y siento exactamente igual que él; y recordé entonces que por eso, sobre todo por eso, Sete Gibernau -aparte de algún piloto más- representa mi verdadera referencia, mi ídolo, en el campo ético de las carreras… Quizá por ello, quién sabe, “únicamente” consiguió ser subcampeón del Mundo de MotoGP. Así es que, viviendo las carreras desde esa perspectiva, ¡qué puedo decir en un lunes como el de hoy! Pues que es un lunes triste, muy triste para el que firma.
Triste por ver el comienzo de la semana convertido en un debate internacional (particularmente intenso aquí) idéntico al que se prepara cada lunes después del penalti injusto o del fuera de juego inexistente, de la patada alevosa o del insulto lanzado sobre el césped y leído en los labios a cámara lenta.
Poco a poco, el Continental Circus de antaño, con su bohemio romanticismo, se va convirtiendo en una seña anacrónica y excéntrica, un recuerdo de ilusa fantasía que se esfuma cuando se contempla a través del prisma gratuito y superficial, fácil e irresistible del morbo callejero, de la discusión de taberna o de las voces airadas junto a la máquina del café, que seguramente estarán protagonizando buena parte de las reuniones coloquiales en un lunes tan particular como el de hoy. Pero, para un servidor, todo esto va más allá de la mera polvareda, llevándome a presentir que la ventolera que se ha levantado, y que se seguirá levantando durante los próximos días, no puede hacer otra cosa sino barrer una simbólica cultura de la moto que a duras penas se mantiene con vida en escasos reductos de este país. Este tifón venido desde el extremo asiático representa un empujón más, por si no hubiera ya bastantes, para que el año que viene, por ejemplo, volvamos a ver otra vez desiertos y desolados nuestros circuitos -tanto Jerez como Motorland- durante el paso del Mundial de SBK; y para que los pilotos y los equipos de los campeonatos nacionales se sientan huérfanos e ignorados cuando lo dan todo y se juegan mucho, incluso la vida, en cada carrera; para que sientan un espaldarazo más de ese público que vuelca ahora su atención sobre la que probablemente sea la polémica más mediática y golosa de la historia del motociclismo, un público que esperan con anhelo y que no llega, plantando otro desaire más ante sus ilusiones, haciendo mella en su vital entusiasmo, en sus terribles ganas de competir en cada carrera y en su bendita pasión por el motociclismo.
Hace muy poco, me decía David Checa con un pesado tono de resignación que le gustaría correr aquí, y que es triste tener que irse a trabajar más allá de tus fronteras porque en tu país no se reconoce tu valía: La valía de nada menos que todo un bicampeón del mundo, pensaba yo tras sus palabras. Y hace menos días incluso, escuchaba con envidia, y cierto abatimiento, las palabras de Xavi Forés, explicando que en el IDM alemán, donde todo un campeón de Europa como él ha tenido que emigrar para buscar su futuro profesional, están esperando un cambio del reglamento que les permita una mayor preparación de las motos, casi como las del WSBK, y que con ello los equipos puedan invertir todos los recursos que los patrocinadores ponen a su disposición.
Lo de ayer es una jugada sucia y triste, desde luego, pero no es más que eso, sólo es eso. Ya está analizada y juzgada. No debemos permitir que algo tan censurable acapare toda nuestra atención, absolutamente toda; que una bajeza como ésa se apodere de la poca o mucha pasión por la verdadera esencia del motociclismo que palpita en el corazón de cada aficionado. No podemos dejar que algo así, de esa naturaleza condenable, eclipse un carrerón histórico como el vivido hace tan sólo ocho, ¡ocho días!, en Phiplip Island, no debemos abandonarnos a la crítica barata en una discusión de tasca que nos lleve a perder parte de ese espíritu romántico que anida en cada motorista amante de las carreras, de quien vibra con ellas, o de quien simplemente disfruta de un maravilloso espectáculo que nada tiene que ver con la triste polémica que hoy está en boca de todos.
Lo siento, Dani, no acertaste, elegiste el peor día para hacer tu mejor carrera de los últimos tiempos, además, en una temporada atravesada y retorcida para ti. Lo siento, Dani, pero…, ¡qué demonios! Enhorabuena, Dani, felicidades: Hiciste un carrerón y disfruté mucho viéndote levantar la moto el primero en cada curva, como siempre, y controlando a Lorenzo con temple de campeón a través de la pizarra en un circuito de nada menos que dos minutos. ¡Bien, Dani!
Y ahora, vayamos todos a Cheste y disfrutemos de las carreras, deleitémonos con el paso por curva de Jorge, con la magia equilibrista de Marc, con la precisión de Dani, con la aceleración de las Ducati, con el tesón de Alex y de Máveric, con el espectáculo de Pol descolgado sobre su Yamaha, con las genialidades que salen de cuando en cuando de la chistera de Héctor –más aun es su tierra-, con el resultado de un duro trabajo detrás, al filo de los puntos, de todo un campeón del mundo como Álvaro…, y, por supuesto, de la sonada remontada que a buen seguro nos brindará el que para muchos ha sido, y sigue siendo, el mejor piloto de todos los tiempos.
Que gane el mejor, salga desde el puesto que salga en la parrilla.
Tomás Pérez