Yamaha FZ8 S - Entre dos aguas - Segunda Opinión
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Probador 2: Tomás Pérez Sánchez
Ficha Técnica: 1,91 m, 100 kilos, 55 años
Nivel: Subcampeón 2-012 Fórmula Twin de La Mac90
Miremos un poco hacia atrás.
Primero fueron los transalpinos. Aprilia fue la primera en jugar con las motos de calle la baza planteada por la FIM en el Mundial de Supersport. Los nipones con cuatro cilindros en seiscientos y ellos con dos en tres cuartos de litro. La mitad de los cilindros por un sexto más de cubicaje, una particular proporción que repartió a los posibles compradores. Más tarde, Ducati optó por la misma fórmula pero subiendo un poco más la cilindrada. Con la Monster 800 se dividía también el número de cilindros por la mitad a cambio de ganar un tercio de cilindrada. Más adelante sería Kawa quien encontraría una fórmula magistral: Ofrertar una siete y medio al precio de una seiscientos, de igual a igual, cuatro cilindros y tres cuartos de litro por dos tercios con los mismos cilindros: La Z-750, todo un bet seller.
En aquel momento, Yamaha se vio obligada a probar algo nuevo, diferente y original para meterse de lleno en la lucho por el cetro de este nuevo término medio del tres cuartos.
La FZ-8 fue su apuesta.
Efectivamente, no hace falta comentar que lo primero por lo que apostó la casa de Iwata fue por una estética impactante y agresiva, una estética en la que no sólo cuentan las líneas y las formas, también los colores y la combinación de los mismos entre la carrocería y los componentes de la parte ciclo. Las llantas y las botellas de la horquilla, en según qué versione, dan una imagen selectiva que lleva las miradas a posarse sobre la FZ-8.
Posición
Se podría decir que se trata de la obligada en la categoría. Estriberas retrasadas y elevadas justo un punto por delante y otro por debajo de una deportiva, con una ergonomía muy natural de la huella que marca depósito para las piernas, eso sí, que consta de dos partes: una delantera en plástico y a modo de tapa y otra trasera de metal que es la que la que realmente contiene la gasolina. Por otra parte, la instrumentación resulta bastante completa, si tenemos en cuenta el reducido espacio que ofrece el cupulino, resaltando el cuentarrevoluciones con aguja y de fondo blanco.
Motor
La puesta en marcha es inmediata, casi con sólo rozar el botón de arranque y sin tocar el gas, como en la mayoría de los motores de inyección electrónica. El escape, con su voluminoso silencioso, hace discretísima cualquier aceleración o acelerón, y es la admisión la que en este caso da la primera nota justo, claro está, debajo de nosotros. Se escucha con un rugido ronco, más grave de lo que uno podría esperar en una cilindrada como ésta y en una moto de estas características. Además de esto y al mismo tiempo, se deja oír detrás, de fondo, un agudo silbido eléctrico.
Al soltar el embrague puse mucha atención en las respuestas paulatinas que iría ofreciendo este propulsor y, ciertamente, esperaba un serio tirón desde bajas revoluciones justificado por el aumento de cilindrada. No es así, la FZ-8 tiene más bajos que su hermana pequeña, desde luego, pero el que esté buscando un motor muy lleno abajo tendrá que irse a por la FZ de litro. Esta Fazer de 800 responde muy bien hasta más o menos las 7.000 r.p.m. pero se reserva algo para después, más arriba. Precisamente, uno pensaba que lo que habría hecho Yamaha es rellenar la desigual curva de potencia que entrega la 600 para ofrecer una conducción más útil en ciudad, viajando acompañado o incluso con cierta carga de equipaje, pensando en esa pretendida idea de la polivalencia. Parece ser que los japoneses, en cambio, han mantenido la opción deportiva ligeramente por encima de las demás; así pues, esa curva sin escalones, que presumiblemente encontraría, no es tal y en torno a las 6.700 r.p.m. esta FZ-8 da un salto en la entrega que, si bien no es tan marcado como el de su hermana de 600 (Sergio dice no haberlo distinguido), un servidor, con sus 105 kilos sí que lo apreció. Ese tirón se mantiene aproximadamente hasta las 9.000 r.p.m., un régimen a partir del que digamos que el motor se aplana.
¿Cómo se traduce este comportamiento a una conducción, por ejemplo, en carretera de doble sentido?
Pues para describirlo de la forma más directa para todo el mundo, si vas metido dentro de un grupo de coches muy lentos y llevas el motor muy tranquilo y holgado mientras las línea continua no te deja ganar posiciones, tendrás que quitar dos marchas cuando la señalización te permita un adelantamiento que resulte un tanto ajustado por el coche que viene de frente, unos metros más allá. Si quieres salir fuerte de verdad, tendrás que bajar, normalmente, dos marchas.
Tal vez esta proximidad en el comportamiento a la 600 esté en cierta medida justificada por los 779 cc. de la FZ-8, más cercanos en la realidad a la cilindrada de la pequeña FZ-6.
Por otra parte, para moverte entre el tráfico diario, por ejemplo de una circunvalación, bastará con que conduzcas la FZ-8 a unas 4 o 5 mil vueltas y que juegues simplemente con el gas para ir ocupando los huecos que dejan libres los coches.
Por último, en cuanto al peso y al efecto geométrico sobre la moto, los cuatro cilindros transversales sólo se notan en el suavísimo tacto del motor y en su entrega de potencia, en cambio en el movimiento de masas y en los cambios de dirección lo cierto es que parece haber perdido algún pistón.
Parte ciclo
Monta el mismo chasis de la saga Fazer y derivado del de las R-1 y R-6, con la fantástica robustez que le caracteriza. En el caso de la FZ-8, se ha diseñado con una geometría muy directa, y Yamaha, en este terreno y al igual que en el del motor, ha orientado este término medio, que sobre el papel debería representar su nueva FZ-8, hacia el lado de la 600. Así resulta que esa geometría de dirección, combinada con una contenida distancia entre ejes, otorga a esta moto una agilidad casi prodigiosa. La FZ-8 no sólo entra en el viraje a la primera insinuación de nuestro hombro, del manillar o del pie sobre la estribera interior, sino que va más allá e invita incluso en algunos momentos, si nos dejáramos llevar por la euforia, a los juegos malabares que vemos hacer a los más virtuosos. Evidentemente, este ataque tan directo del ángulo de dirección y del lanzamiento de horquilla se cobra su tributo en forma de un discreto nerviosismo, que sólo aparece si hacemos oscilar a propósito el manillar marchando a buen ritmo, o si algún badén u ondulación inesperada de la calzada lo provocasen. La moto pisa muy bien, en general, a alta velocidad.
Frenos
La frenada es suficiente, es también progresiva y muy dosificable. Una frenada bien calculada con las prestaciones y peso de esta moto, que forma parte a su vez, con esa sencilla dosificación, en el juego fácil de dominar este juguete.
Pegas
1.- El cambio se muestra áspero y torpe, contrastando con la suavidad de todas las operaciones y el manejo del resto de los mandos. Es muy posible –así sabemos por experiencia en otras Yamahas- que este punto se suavice con el paso de los kilómetros, de bastantes kilómetros, y que se tratase de una pega pasajera de nuestra unidad de prensa.
2.- El espumado del asiento podía haber sido un poco más generoso –es prácticamente el mismo que el de una erre-, si es que buscamos en esta FZ-8 una cierta polivalencia y por tanto un mínimo confort en los viajes.
Conclusión.
Una moto que, por su sobresaliente facilidad en la conducción, tanto por el juguete que se muestra en la parte ciclo, como por la asumible escalada de potencia que va ofreciendo el motor a medida que sube de vueltas, se coloca como perfecto escalón intermedio para todo aquel que venga de una bicilíndrica de 500 o incluso de 600. Una moto cuyas bazas más importantes son:
Su ya mencionada facilidad de conducción, su estética y su precio.
Tomás Pérez