Royal Enfield Scram 411, prueba a fondo de una Scrambler de verdad
Royal Enfield - Hemos probado una versión de la Himalayan que podemos calificar como la opción minimalista y limpia de la pequeña Trail, la Scram 411. En realidad, no hace más que ser fiel al concepto que incluso adorna su nombre comercial: el Scrambler. Vivimos unos tiempos en los que la tierra está de moda y con ello la demanda masiva de motocicletas que puedan resolverse dignamente tanto por lo negro como por lo marrón, no obstante, también vivimos una obsesión por lo grande y con ello nos encontramos que las motos de moda, las Trail, tienen unos tamaños desmesurados que hacen pensar que estamos ante coches de dos ruedas.
Kustom Biker: José Angel Lorenzo
Ficha: 51 años, 73 kilos, 1,69 m
Nivel: Adicto a la Kustom Kulture y a los kilómetros sobre hierros.
Lo que nos ofrecen las Scrambler es el mismo nicho de mercado que las Trail, pero con clase y desde un punto de vista vintage, sin renunciar a la modernidad, en el que se busca la eficacia antes que la velocidad, donde el lema “menos es más” toma su máximo esplendor.
Pero antes de meternos en faena hay que dar una leve pincelada de lo que es una Scrambler, para ello tenemos que remontarnos a los años 50 y 60 cuando empezaron las Café Racer, aquel romántico concepto de hacer una moto deportiva con los elementos que estaban al alcance de los chicos con ansias de velocidad y que construían ellos mismos en sus garajes de casa, luego el resultado de su pericia mecánica se ponía a prueba junto con su habilidad de pilotaje en carreras de cafetería a cafetería, también podía ser una ruta de ida y vuelta a la misma cafetería en el tiempo que duraba la canción de un disco.
Eran tiempos en los que las motocicletas eran sencillas y baratas, en los que uno mismo hacía su propio “bricomoto”, todo estaba por descubrir había más romanticismo en el mundo de las dos ruedas, se veía con igual naturalidad tanto ser el más rápido como el llegar más lejos y con ello la necesidad de que en un mundo por descubrir no fuera el asfalto el límite, había que seguir por la tierra, los chicos aplicaron la misma receta, tomar una motocicleta y modificarla para salir a lo marrón, sin que con ello se renunciara a lo negro.
Royal Enfield es una marca de motocicletas sencillas, minimalistas, incluso, pero con el tiempo los dueños hindúes de la que fuera compañía británica han ido aprendiendo que además deben ser motocicletas que conjuguen imagen y fiabilidad, pero siempre manteniendo el nicho de productos de cilindrada media-baja. Con toda esta premisa nos llega la Scram 411, una motocicleta sencilla y bonita que tiene la pretensión de que sea multiusos y con ello queremos decir que sea para diversos tipos de superficies, pero ¿lo consigue? Sigue leyendo y te lo cuento.
Las intenciones de la Scram quedan patentes simplemente con ver de dónde deriva, es casi una Himalayan pero desnuda y si la Trail ha sido un éxito de ventas será porque ha demostrado ser un producto que dio en el clavo, de manera que siguiendo con la misma receta Royal Enfield lanzó la Scram buscando un tinte menos aparatoso que pudiera enganchar a los que buscaban algo más urbano.
He dicho que la Scram es una Himalayan desnuda y quizás sea una simplificación demasiado exagerada, no cabe duda de que comparte casi todo con la Trail, pero la Scram tiene diferencias que vamos a desgranar. La primera de estas diferencias la encontramos en la rueda delantera, mientras que en la Himalayan es de 21 en la Scram es de 19, con ello no se quiere renunciar a un buen comportamiento off road pero sí mejorar el urbano.
Otra de las diferencias es el peso en orden de marcha, en la Trail es mayor y se sitúa en 199 kgs, una cifra claramente superior a los 185 de la Scrambler, a priori parece que sea mucha la diferencia pero esos 14 kilos menos sobre un mismo motor que desarrolla una potencia tan contenida como son 24 CV siempre tienen incidencia.
La siguiente diferencia es la altura del asiento, aunque hay que reconocer que esta diferencia es mínima, en la Scram es de 795 mm por los 800 de su hermana, también hay diferencia en la altura libre al suelo, 200 mm contra 220 mm; y en lo referente a la distancia entre ejes también las cifras son distintas: 1455 mm ante 1465 mm. En resumen, la Scram es algo más baja, más corta y más ligera que la Himalayan.
Todo ello convierte a la Scram en una opción más urbana que la Himalayan, de hecho, la moto que nos ocupa en esta prueba es una avispilla que se mueve por la urbe con una eficacia de primer nivel, he culebreado con la sensación de que te puedes meter por cualquier sitio, los atascos que se los coman las grandes Trail.
La parte ciclo busca claramente un compromiso que aglutine eficacia en diversas superficies, no es una moto dura en ese plano, lo que es muy de agradecer en una ciudad y más en esta época preelectoral en la que las ciudades se llenan, aún más, de obras con sus baches y zanjas escamoteadas con tierra, a esto le añades la obsesión de los ayuntamientos por los badenes o pasos elevados que cada vez tienen más altura. En este terreno urbano lleno de trampas artificiales la Scram se mueve con solvencia, con una gran soltura sin que por ello te tengas que dejar los empastes, además de circular con una agilidad suficiente puesto que los 24 CV son muy correctos en estas circunstancias. Muy reseñable es el sonido, no es estridente en cuando el columen pero llama la atención por lo bonito que se emite con el tubo de escape debidamente elevado como mandan lo cánones del offroad.
Si salimos a la carretera la potencia se queda más corta, pero en realidad tendrás la sensación de pony sólo si vas con otros moteros que lleven motocicletas de más potencia, personalmente circular con hierros como éste a ritmos legales de 90-100 kms/h es más que suficiente, es cuestión de tener claro lo que llevas y disfrutarlo, por otra parte la Scram se mueve muy ágil por zonas de muchas curvas, menos que si estuviera pensada sólo para asfalto, eso sí, pero al tener en la mente que lo marrón también existe la suspensión es algo más blanda y con más recorrido, lo que se traduce en más movimiento, no obstante, no es una percepción que resulte ni incomoda ni insegura y mucho menos con sus 185 kilos de tope con todos sus líquidos a rebosar, porque genera menos inercias que modelos de más empaque.
El apartado de los frenos gobernado con ABS no desconectable se fía a un disco delantero Disco de 300 mm y pinza fl¬otante de 2 pistones, mientras que el trasero es un Disco de 240 mm y pinza ¬flotante de 1 pistón, este conjunto nos ofrece una potencia de frenada más que suficiente incluso llevando a la Scram a su máximo, el freno trasero es algo mejor que lo que estamos acostumbrados a ver en modelos similares de otras marcas, siempre teniendo en cuenta que no es para tirar cohetes. La caja de 5 velocidades cumple su función con el mejor de los datos: no te acuerdas de ella, subes y bajas marchas sin errores y con una agilidad suficiente para el empaque de una moto de estas características.
Saqué la Scram a autopista, necesitaba hacer un par de cientos de kilómetros de manera eficaz y la verdad es que fueron los kilómetros más rápidos y más largos al mismo tiempo, hazte un favor a ti y a la moto, no la metas por autopista, tú acabarás harto y ella irá todo el tiempo a lo máximo que da, que en llano y sin viento en contra son unos 120 km/h. Sácala de ahí disfruta con ella por carreteras secundarias, en ellas sí que te moverás como pez en el agua y si el firme está rizado, mejor todavía.
Me propuse sacar a la Scram 411 a la tierra, porque ¿de qué sirve probar una Scrambler y no meterla por todos lados? Para ello y como no soy un experto en ese terreno me puse en manos de nuestro compañero piloto experto de offroad Enrique Vera, dehesas y pistas preciosas por Badajoz fueron nuestro teatro de operaciones para una moto que se podía adivinar como muy apropiada para un nivel de iniciación en tierra.
Las suspensiones que se mostraban algo blandas en carretera aquí te ofrecen un comportamiento adecuado, realzando su gran compromiso para poder defenderse en todos los terrenos, por otra parte la altura de la Scram es la suficiente para acometer terrenos rotos, con grandes piedras sueltas o incluso pequeños ríos, no estás ante una moto de enduro pero no tengas miedo a acometer pistas, Enrique me guio todo por lo que fueron hasta 100 kilómetros de offroad sin que la Scram 411 desfallecera lo más mínimo, su gran cubre cárter iba anunciando que cumplía con su función a base de los “campanazos” que se escuchaban por los golpeos de las piedras sobre él, por otra parte esta moto te perdona mucho más las situaciones comprometidas o las acciones de conducción erróneas que un gran Trail, su pero se convierte en una ventaja sobre ellas y los 24 CV en tierra se muestran muy suficientes sin necesidad de tener que llevarla alta de vueltas, por otra parte, me gustaron los neumáticos CEAT y su funcionamiento mixto tierra-asfalto.
En cuanto a los componentes que puedan dar valor añadido tenemos el pequeño monitor redondo en el que habita el navegador de Royal Enfield, no se trata de un navegador al uso como el que llevas en tu móvil, es un rutómetro, con ese saborcillo dakariano que te indica mediante flechas y distancias la ruta, aunque para ello debes tener cargada en tu móvil la App de RE para que se conecte al GPS mientras éste viaja seguro en tu bolsillo de la chaqueta, algo que, como muy bien me enseñó Enrique, es lo apropiado, porque si haciendo pistas pierdes el móvil o este va en el manillar y tu moto cae en algún sito inaccesible el teléfono se aleja con ella.
Los 15 litros de capacidad del depósito de gasolina dan una autonomía con la que pasas ampliamente los 200 kilómetros, incluso si gran parte de ellos los has hecho por autovía al máximo de su consumo puesto que en ese caso como mucho me tragó 4,5 litros a los 100, bajando hasta 4,1 en circunstancias más razonables y por debajo de 4 en las pistas a un ritmo suave y agradable.
En definitiva, lo que muchos denominan como una Scrambler urbana con ello no hacen más que limitarla a un terreno que es en el que mejor se mueve pero si quieres salir al campo y llevar su apellido Scrambler hasta las últimas consecuencias no te defraudará, su compromiso para diversas superficies está muy logrado, siempre y cuando no pretendas hacer muchos kilómetros por autovías, ahí sí que pinchas en hueso.
Tienes cinco opciones de colores para la Scram 411, siendo las tres del depósito en grafito la opción más barata con sus 4.887€ y las dos de color, la roja y blanca de esta prueba y la plata las más caras con sus 4.987€.
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