Royal Enfield Continental GT: La Evocadora de Sueños - La Opinión de un Piloto de Clásicas

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Luigi posando

 

Probador: Luis Fernández, "Luigi"

Ficha Técnica: 1,81 m, 92 kg, 42 años (motor sin abrir)

Nivel: Piloto de clásicas en carreras como Villa de Cintruénigo, Zamora, La Bañeza, La Magdalena. Autor del Tribulaciones de un Motorista

 

 

Viajando en el tiempo… una vez más, pero por las calles con tráfico abierto.

Es de agradecer, y se deben aprovechar, las raras ocasiones que surgen para probar una moto inusual, fuera de la corriente, con clase, diferente... y, sobre todo, con alma. Recientemente tuve el privilegio de vivir un momento así, cuando me encontré cara a cara con la preciosa Royal Enfield Continental GT 535 roja que me esperaba, coqueta, en una calle de Madrid.
Antes de subirme percibo lo que había visto un poco en fotos, su elegante estampa de otros tiempos, con ese aire claramente vintage y café racer, con sus ruedas de radios, su colín tradicional, su bello depósito y tapón casi labrados con cincel, su manillar deportivo, sus dos amortiguadores traseros, su puente de horquilla, sus hermosos relojes, su motor con aletas y su palanca de puesta en marcha (aunque tiene starter también). Mucha historia y mucho feeling rocker condensados en unas dimensiones pequeñas y armoniosas.

Royal Enfield Continental GTcostado posteriorSonrió, acostumbrado a viajar en el tiempo en las carreras urbanas con mi Ossa 250, encontrarme, con matrícula y luces, una moto así, me parece algo fuera de lo común, muy hermoso y hasta romántico… no hay que ser brusco con la dama me digo. No es una exageración, es una cuestión de respeto. Me siento con delicadeza esperando una posición cómoda y, digamos, rutera pero me equivoco en esto último. El triángulo que forma el manillar, el asiento y sus nada adelantadas estriberas me enamoran. Empezamos bien. Sí, aunque tranquila esta moto tiene su gen deportivo heredado de sus días de blanco y negro. Me bajo de la moto y vuelvo a mirar su motor monocilíndrico de más de medio litro. Sus aletas me saludan con ecos de otros tiempos más analógicos, más humanos y más british, cuando dominaban el mundo. Su inyección no está disimulada como carburador, una pena, y veo algún cable muy expuesto, pequeña mueca en la cara. Descubro también las dos asas para el ocasional pasajero y los dos bonitos amortiguadores, pero vuelvo a gozar de la visión del manillar dos piezas… junto al depósito, desde arriba, marcan una imagen atemporal… ¡qué bonita! Añado mentalmente que es la típica moto que ya no existe con la que dan ganas de mirar, cuando sales del pub, si ha tirado alguna gotita de aceite al suelo, como mandaba la tradición en aquellas épocas.

Royal Enfield Continental GTFrente tumbadoEntorno los ojos bajo el sol de justicia que atormenta a los valientes peatones. Me imagino que acabo de dejar mi querida Ossa de carreras aparcada en el garaje, que acabo de disfrutar de una ducha fresquita y que he hecho un rápido cambio de “look”. Elijo mis tejanos favoritos, las botas de media caña, la camiseta “destroyer” de la semana y mi chupa negra con refuerzos de cuero en los codos que lucía habitualmente hace más de veinte años. Está claro, se acabaron las carreritas y las posturitas. El enfoque de esta Royal es el de circular con tranquilidad, sin prisas, disfrutando de su conversación, el de atraer miradas en los semáforos y en las terrazas. Luego comprobaré que así es. Su chasis doble cuna me recuerda un poco al de mi Ossa, incluso, por lo que adivino que se moverá bien, veremos. Miro el sistema de freno delantero y veo un disco acompañado por una pinza Brembo que no me esperaba y un latiguillo metálico como pareja de baile. Me sorprende.

Dejemos de imaginar cosas. Arranca con docilidad. Llega el momento acústico. No, no es del explosivo tubarro de la del trébol. Es otro sonido celestial, sí, pero de otras latitudes diferentes de los cielos. Sí, trasmite toda esa esencia tan difícil de encontrar en motos modernas, al margen de su potencia o prestaciones. Las caricias de sus esperadas vibraciones sacuden con cariño los espejos retrovisores y hasta se trasmiten en las posaderas un poco. Nada que objetar. El sonido del megáfono acompaña la tarjeta de presentación de la moto, no podría sonar mal ni adrede. Sí, es una moto con alma, ¿las recordáis?, antes había muchas, ahora quedan menos... Rememorando en mi tocadiscos particular, el sonido me recuerda el de algunas viejas Ducati y también el de algún modelo vintage de Triumph que todos podéis imaginar. Acaricio el suave embrague y engrano la primera. En mi opinión, el cambio debería ir en el lado derecho y con la primera hacia arriba (para rematar el aroma añejo que estoy viviendo) pero nada que objetar tampoco, funciona obediente y presenta mucho recorrido, se nota que no es una moto de carreras precisamente.

Royal Enfield Continental GTDetrásSalgo de la calle ligeramente entusiasmado, con mucha curiosidad. Por fin se van los coches que llevaba delante. En apenas unos segundos veo que la moto, realmente, se mueve de maravilla. Sus ruedas humildes en medidas y su lanzamiento de horquilla son acertados para moverse con soltura por territorio urbano. ¿El motor? Pobre en prestaciones, como indica su ficha técnica, y con una curva de potencia muy plana, más que las llanuras de Siberia. Subo de marchas (caja de cinco velocidades) sin alegrías pero cuando cierro el gas el sonido celestial que envuelve la moto es casi orgásmico, dan ganas de cerrar los ojos y de cortar gas más que de darlo, curioso… De frenos vamos sobrados para los escasos 30 CVs de la británica… o mejor dicho, india, pues desde hace décadas la vieja marca inglesa (la marca en activo más antigua del mundo, según leí) fabrica en su vieja colonia. Llevo puesto mi integral habitual, el de Barry, y una camiseta de los Beatles, ¡y acabo de volver de Londres!, todo muy apropiado, pero, visto donde se fabrica, creo que esta moto es la primera homologada para circular sin casco, solo con turbante, ja,ja…

Apretamos un poquito para ver como gira. Me echo hacia atrás en el asiento, rozando con mis rodillas los laterales del precioso tanque. Ni un pero, los cambios de dirección son fáciles y obedientes, la estabilidad bastante correcta y la posición, como os decía antes, muy cómoda pero al mismo tiempo algo deportiva, una maravilla. Sus revoluciones no son las de un molinillo precisamente, ni lo pretende, y es difícil que puedas asustarte aunque entres en una glorieta con dos marchas de más. Las vibraciones no molestan nada, al contrario, son tan ligeras y amigables que se disfrutan tanto como su sonido. Cuando frenas, por fortuna, agradeces que la horquilla no sea blanda, se comporta mejor de lo esperado. Paro en un semáforo, me olvido de las prisas por fin. Está claro, enciendes otro interruptor, otra mentalidad, es una máquina orientada al disfrute personal del sentimiento genuino de montar en moto, al margen de las cifras. Como siempre digo, y ahora una vez más, la moto no hace al motorista. No hay moto pequeña, me dan ganas de decir aquello de “que grande eres, pequeña” pero me callo, intento ser comedido, antes de hablar o escribir hay que pensar y, sobre todo, sentir. En ese orden.

Royal Enfield Continental GTTres 4 delanteA falta del Ace Café, me paro más tarde en la terraza de un bar anónimo para reflexionar, hidratarme y observar cuantos “novios” pueden surgir… bueno, no hay que ser un genio para adivinarlo, más de dos y más de cuatro se vuelven a mirarla, alguno se para incluso… Apenas ha sido un cuarto de hora pero está claro que no estamos acostumbrados a ver motos así. Lástima que no me haya podido acompañar mi padre, él ya la conocía y le recuerda varias joyas de su época. Ah, tiene caballete, aparte de la pata-cabra, lo digo para los nostálgicos como yo que agradecemos esos detalles para engrasar la cadena, por ejemplo…

Entorno los ojos otra vez. Imagino que he estado todo el fin de semana con ella, disfrutando de una larga mañana de curvas por las laderas de la sierra el sábado, bajando con ella al pub esa noche y recogiendo a mi chica antes de irnos a almorzar al hipódromo el domingo. Llega el lunes y la dejo en el garaje, toca ir a trabajar. No, no es moto para uso urbano intensivo aunque gaste tan poco como un mechero (la autonomía se calcula entorno a los 280 kms). Para esas peleas hay buenas nakeds pequeñas y numerosos scooters muy solventes. En las selvas de las grandes urbes es preferible más potencia en el puño, no para correr, sino para evitar los riesgos que se puedan presentar. Esta Enfield tiene mucha clase y como cualquier gran dama no la debes “ensuciar” todos los días entre los humos de los autobuses urbanos. Querido lector anónimo, téngalo en cuenta. Para los nostálgicos es una moto apropiada, preciosa, llena de virtudes, con toneladas de personalidad. Trasmite bonitas sensaciones y no es difícil hablar con ella. Su sonido siempre nos responderá sin ambigüedades. Su parte ciclo nos hará disfrutar de lo lindo, dejando todo en manos del jinete. Para los bohemios también puede ser una buena opción, te sentirás “diferente”, cierto. Todo es cuestión, luego, de lo que el bolsillo permita, claro… Esperemos que encuentre su nicho de mercado y veamos más de una y más de dos por nuestras calles. No deberíamos perder la esencia… Gracias por la oportunidad de probarla.

Luigi #7.     

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