Motos clave: Años 80

La década de los 80 fue la más importante en la historia reciente de la moto. En las carreras ya se veían indicios, chasis perimetrales, suspensiones innovadoras, ruedas más anchas y de menos diámetro… Y desde la mitad de la década todas esas técnicas saltaron del circuito a la calle, marcando una auténtica revolución que dejó antiguas a las motos de solo 5 años atrás.
Y lo mejor fue que en España también pudimos disfrutar de esta nueva generación, a la vez que descubrir las prestaciones y calidad de las motos japonesas. Las leyes proteccionistas que tanto condicionaron nuestro mercado fueron derogadas, y los japoneses entraron “asociándose” con fabricantes nacionales. Sanglas-Yamaha, Montesa-Honda, Puch-Suzuki y Derbi-Kawasaki. Al poco tiempo de las marcas españolas apenas quedaba nada, y las que no encontraron pareja acabaron por desaparecer. Fueron años de aprendizaje sobre estas nuevas motos tan distintas a las de pocos años atrás, en una rápida carrera por ponernos al día. Y en cierto modo nos empachamos de tanta moto nueva, nos emborrachamos de técnica y prestaciones, los accidentes crecieron, las cuotas de los seguros también, dejamos de lado nuestras queridas motos españolas e italianas y abrazamos sin rubor a las atractivas japonesas que veíamos en las tiendas oficiales y paralelas.
BMW R80G/S

Si la Yamaha XT500 fue la madre de las trails, en 1980 la BMW R80G/S dio a luz a las maxitrails. La receta fue sencilla, una sana moto de carretera de alta cilindrada despojada de todo lo posible y equipada con unas buenas ruedas, suspensiones y manillar de moto de campo. La R 80 G/S (Gelande /Strasse, Campo/Carretera) era sencilla, robusta y potente, y con su peso contenido y bajo centro de gravedad iba muy bien fuera del asfalto. La sorpresa es que dentro de la carretera funcionaba aún mejor, dejando en evidencia a modelos propios de turismo. A diferencia de las trails monocilíndricas ya no se echaba de menos tener más potencia, no importaba cargarla a tope y rodar por carreteras llenas de baches, era una moto muy adecuada para hacer turismo de largo alcance por cualquier terreno. Ella también provocó la entrada de nuevo en competición de la marca, con preparaciones HPN para correr el rallye Paris-Dakar. Con esta BMW y sus sucesoras, y con la tardía competencia de otras marcas, el mercado descubrió el atractivo de estas motos para todo, llevando desde entonces a la categoría maxitrail al éxito que llega hasta nuestros días.
Guzzi Le Mans 3

Tantos años de motos japonesas prohibidas debido a las leyes proteccionistas en España, nos hicieron expertos en motos deportivas italianas, principalmente Laverda, Ducati y Guzzi. La Guzzi Le Mans 3 podría ser la representante de todas ellas, el último modelo de una saga memorable y con un nombre evocador. Una moto ruda y viril con una estética irresistible, técnica sencilla, evolucionada tras muchos años de experiencia, estabilidad por encima de potencia, suspensiones duras, postura incómoda, semimanillares, estribos retrasados, ruido y vibraciones, sensaciones y velocidad. Su motor en V 90º, con 2 enormes carburadores junto a las rodillas del piloto, empujaba la moto a través de una transmisión por cardán sin apenas filtros. Los neumáticos todavía eran estrechos, y el chasis y suspensiones de diseño totalmente tradicional. Fue la última representante de una manera de hacer motos justo antes del enorme cambio generacional de la segunda parte de los 80. La afición española quería motos deportivas, y las motos italianas alimentaron durante media década esas ganas imparables de velocidad.
Suzuki GSXR 750

Las motos de carreras siempre habían sido muy distintas de las motos de calle, hasta que en 1985 apareció la primera Suzuki GSXR 750. En ella sobraban los retrovisores, intermitentes y matrícula. Parecía una moto de carreras de resistencia, y realmente lo era. Los 100 caballos de potencia de su motor de 4 cilindros en línea con el sistema SACS de refrigeración por aire/aceite, sus 4 carburadores de tiro directo, su escape 4 en 1, su chasis perimetral en aluminio, su carenado envolvente con doble faro y la extrema ligereza en todos sus componentes la convirtieron en la primera moto deportiva moderna, y de golpe todas sus rivales quedaron antiguas. Su tremenda potencia, estabilidad y frenada, y su carácter absolutamente racing sin compromisos hicieron de la primera moto R un icono del motociclismo. La saga Suzuki GSXR en sus diferentes cilindradas, y los modelos R de Honda, Yamaha y Kawasaki han mantenido hasta nuestros días el extremo espíritu deportivo de la primera GSXR.
Yamaha RD 350

En un país de sólida tradición de carbonillas enamorados de las 2 tiempos, fue un largo sueño poder disfrutar de las joyas japonesas derivadas de las carreras. A partir de 1986 el sueño se hizo realidad. La Yamaha RD 350 atrapó con su su agudo sonido y su olor a ricino a los aficionados más quemados, que supieron apreciar su potencia y el carácter salvaje de su motor bicilíndrico de 2 tiempos de nueva generación. Su chasis perimetral y suspensión monocross también sabían a carreras, y su estética era moderna y muy deportiva. Era justo lo que estaban esperando, soberbia herencia de las Bultaco Metralla, Montesa Crono y Ossa Copa. La RD pronto se hizo hueco en los circuitos, compitiendo contra motos que la doblaban en cilindrada. Lo asequible de su compra también hizo que se pusieran a sus mandos pilotos no experimentados, incapaces de dominarla, y fue creando fama de “matapijos”. Pero el grueso del mercado prefería motos más grandes y complejas, menos “gamberras”, la sed de 4 tiempos aún no había sido saciada, Yamaha no importó sus 2 tiempos más modernos y la obsolescencia del modelo lo llevó a su fin. Unicamente las muy escasas Suzuki RGV250 y Aprilia RS250 siguieron brevemente su estela.
Aprilia AF1 125

El final de los 80 trajo el auge de las 125 deportivas, con una tecnología, aspecto y prestaciones increíbles pocos años atrás. No había relación entre la pequeña cilindrada de sus ultra desarrollados motores de 2 tiempos con más de 30 caballos y su tamaño de moto grande. Practicamente eran motos sacadas del circuito puestas en manos de jóvenes hambrientos de velocidad y de estética racing. Aprilia era una dinámica marca italiana que entendió a la perfección las nuevas tendencias, imagen de carreras moderna y atractiva, motores Rotax muy potentes y mucho márketing. Aprilia hizo valer durante la década siguiente sus victorias en muchos campeonatos del mundo, y sus sucesivos modelos AF1, Sintesi, Futura y RS fueron los más deseados. Junto a su competencia Cagiva Freccia y Mito, Gilera KZ, KK y SP, Honda NSR y Yamaha TZR, llenaron una época efímera de motos muy rápidas y extremadamente divertidas, pero delicadas y de elevado mantenimiento.
Yamaha Virago 535

Los 80 también nos trajeron nuevas formas de entender la moto, por fin conocimos el custom, y tras algunos modelos italianos de ese estilo, la llegada sin restricciones de las motos japonesas fue un soplo de aire fresco para el mercado español, una revolución en todo el mundo de la moto. Ahora si nos podíamos sentir europeos. En el segmento custom las motos japonesas se miraban en el espejo de las clásicas motos americanas, con interpretaciones más o menos originales, pero siempre con una técnica y calidad muy avanzadas, que hacían de ellas unas motos polivalentes, que servían tanto para el uso diario, el turismo o el paseo por el bulevar luciendo cromados y accesorios. Quizás no tuviesen el carisma de las motos a las que se querían parecer, pero indudablemente funcionaban mucho mejor, eran más fiables y económicas, y llegaban a muchos más usuarios. La Yamaha Virago 535 fue todo un descubrimiento, la entrada al mundo custom para muchos, pequeña, bonita y muy capaz, con soluciones innovadoras como el motor colgado del chasis o el segundo depósito bajo el asiento. Las diferentes versiones y cilindradas de Yamaha Virago y Drag Star, Honda Shadow, Suzuki Intruder y Kawasaki Vulcan han sido las fieles compañeras de miles de amantes del cromo y del viento en la cara.