Ser Piloto es otra cosa

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Hayden en el suelo

Todos lo hemos dicho, todos la hemos utilizado en mayor o menor medida y lo cierto es que esta palabra resulta tan familiar que incluso puede sonar desgastada. Pero si nos ponemos a analizarla con objetividad, desde nuestra verdadera perspectiva, seguro que encontraremos el sentido de la frase que da título a este editorial.

                                                  SER PILOTO ES OTRA COSA

Ciertamente, Piloto, es un sustantivo que tradicionalmente ha quedado indefinido en el mundo de La Moto, y en buena medida porque tal vez se ha otorgado su significado con demasiada generosidad a muchos motoristas con aptitudes, y sobre todo con una mentalidad, propias de un mero conductor de motos.

EL-piloto-espanol-Hector-Barbe 54338240163 53389389549 600 396¿Ser Piloto?
En la acepción más próxima a La Moto, el Diccionario de la R.A.E. dice: Piloto es la persona que dirige un globo, un avión, un automóvil, etc
¿Ser Piloto?
Sí, en la actualidad mantengo vigente mi licencia federativa, y sí, acudo habitualmente a la pista para seguir afinando mi conducción en lo posible; y sí, participo asiduamente en las carreras de la Mac90, entrañable campeonato de velocidad-resistencia para aficionados. Pero, si alguien me pregunta, tengo que responder que no, que no me siento un piloto, en absoluto; es más: pienso que afirmarlo resultaría tan pretencioso como iluso por mi parte.
Por “Piloto” entiendo algo distinto. Pero qué coincidencia que entre los que, por una u otra razón, somos habituales de las pistas tenemos muy claro quién lo es de verdad; y más aun: cuando queremos justificar alguna aptitud por la que resulta sobresaliente o asombroso a los ojos de otro, lo hacemos diciendo:
“Es que ése es Piloto”.

hayden en el aire

En La Trastienda
Recuerdo, hará tal vez tres o cuatro años, cuando Josep Monge me describía, sin ser consciente en absoluto de ello, una situación muy reveladora sobre la verdadera condición de Piloto. Transcurría una prueba del Mundial de Resistencia, eran las tres de la madrugada y su equipo había quedado en tierra de nadie dentro de la clasificación, con un puesto excelente para sus aspiraciones. Mantenían un minuto de ventaja sobre sus seguidores y se hallaban a una distancia parecida de los que llevaban delante. Habían mantenido un ritmo endiablado, prácticamente velocista, durante las horas diurnas, que tan sólo había reducido el margen lógico por la escasez de luz durante toda la noche, manteniendo así, horas y horas, todo el esfuerzo y, por supuesto, todo el riesgo. Le tocaba el turno a Josep para la salir de nuevo a pista y, antes de tomar el relevo, habló con su jefe de equipo en un tono natural y razonable para preguntarle si ya, a esas alturas de carrera y con la posición bien afianzada, podía bajar el ritmo algo tan discreto como un segundo por vuelta. El director le respondió negativamente, le ordenó que debía mantener la misma marcha independientemente de las circunstancias. El bueno de Josep, más allá de la mera resignación, se lanzó minutos después a la pista para mantener exactamente el mismo ritmo en cada paso por meta, sin aflojar, e incluso para rebajar su tiempo durante las últimas vueltas del relevo. En ningún caso bajó su ritmo ni siquiera ese miserable segundo.

ben spies 1Creo que este ejemplo guarda y muestra buena parte de cuál es el espíritu de un verdadero Piloto. Sin embargo se trata de un caso de trastienda, una circunstancia que queda oculta a la masa de la gran afición.

En la Televisión
Si soy totalmente sincero, revelaré que la inspiración de este editorial surgió el pasado fin de semana, presenciando la retransmisión del GP de Indianápolis, sobre todo después de ver en directo sus entrenamientos, protagonizados por unas caídas que, simplemente, ponían los pelos de punta.
Un piso infame, con un grip impresentable en cualquier circuito del Mundial, pero con menos justificación, si cabe, para representar al del país más poderoso de La Tierra, más aun eligiendo para ello su centenario Templo de la Velocidad. Las particulares circunstancias de este Gran Premio nos han mostrado a propios y extraños, gracias a la televisión, cuál es el verdadero espíritu que el sustantivo “Piloto” alberga en su seno. Un asfalto con el sobado agarre de una rotonda adoquinada que llevó a algunos Pilotos, los de los grandes remedios, a colocarse el domingo una deslizadera de lluvia (Stoner, Dovizioso o el propio Lorenzo) sobre la rodilla izquierda, el lado hacia el que viran las curvas más comprometidas del trazado indiano, incluidas la trece doble y la de entrada a meta, no por sencilla menos traicionera.

Ben spies 3 1Durante los entrenamientos libres ya llamó la atención que los Pilotos no se dejaran, literalmente, el mono en el suelo, tal y como empezamos a estar acostumbrados viendo cada GP de Europa. La caída de Barberá, cabeza abajo y con la moto dando volteretas delante de él, representó un anticipo por encima de su espectacularidad y, sobre todo, de la preocupación que nos hizo sentir a los que la presenciamos.
La matinal del sábado –hablando de allí-, poco a poco, fue convirtiéndose en una aparatosa jornada cuajada de los revolcones más violentos e imprevisibles que probablemente jamás haya visto juntos en El Mundial de Motociclismo, por lo menos en esta segunda década del milenio recién estrenado. La caída de Stoner, completamente fuera de ese guión que siguen los Pilotos jugando con un ángulo imposible, o incluso un poco más allá del que define una caída de hecho. Una caída tras una sacudida inesperada, seca e imparable de su RCV; una caída fea saliendo por las orejas; una caída, en definitiva, a la que todos tememos.
Una interrupción de la sesión con bandera roja -más protagonista en ese sábado que la fila tributaria de adoquines que sus regentes brindan a la historia de este circuito- y poco después de reanudarse la sesión, vemos a Spies volando boca arriba para caer con un golpe durísimo y completamente plano; un golpe seco y contundente que pareció transformar el piso del circuito en un yunque gigante.

CONTINÚA...

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