El Jarama Tourist Trophy
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Un editorial que trata de poner de manifiesto la situación surrealista en la que se encuentra, y se encontrará, nuestra pista más entrañable en la actualidad y sobre todo en los próximos años (Sigue Leyendo).
Tal vez el titular pueda resultar exagerado para el lector, y así lo será, si lo toma comparando el grado de riesgo y de velocidad absoluta que se vive en nuestra pista de más rancio abolengo con el que se corre cada año en la carrera más antigua, más rápida y más peligrosa de la historia del motociclismo. Sin embargo, si se hace desde el punto de vista del compromiso, serio, maduro y casi solemne, que contrae consigo mismo cada piloto antes de participar en Tourist Trophy o de tomar la salida en el Jarama de 2014, tal vez sí encuentre dos situaciones que guardan la misma línea. Tanto el que va a correr en la legendaria Isla como el que lo hace ahora en el circuito madrileño asume y acepta riesgos que, sin duda ninguna, condicionan su pilotaje de una forma diferente que en otras pistas actuales.
Cuando asistimos a la presentación a la prensa del proyecto Jarama 2021, nos explicaron que se desarrollaría en tres fases; a saber:
1.- Construcción de un restaurante de primera clase en el lugar donde se hallaba la torre de control.
2.- La creación de una megatribuna frente a la recta, con una súper estructura que llegaría hasta el borde de la autopista y que les sugirió el nombre de “El Costillar”.
3.- La construcción en el paddock de un museo del motor, destilando un aire al controvertido arquitecto Calatrava.
Cuando preguntamos al ponente por la ampliación de algunas escapatorias hibernadas desde los tiempos de Agostini, nos dio una respuesta tan política como ambigua. Al preguntarle a continuación por un posible reasfaltado, nos dio una nueva versión, matizada para el caso, de la respuesta anterior. Y por último, al tocar el vergonzoso asunto del límite de rpm en las tandas libres, por una sentencia judicial basada en vaya usted a saber qué precepto preferente de la legislación de medio ambiente sobre el orden cronológico de propiedades y asentamientos, se nos dijo, sin más, que el tema estaba pactado y resuelto, eso sí, sin darnos fecha, ni siquiera el año en el que se produciría a lo largo de todo ese proyecto Jarama 2021.
En el pasado domingo de la Hispanidad, me detuve en esa atalaya que forma el interior de El Jarama a la altura del sector conocido como “La Hípica”. Desde allí miré derramarse el trazado sobre las eses de Bugatti, y su aspecto, a pesar de las sombras dejadas por la lluvia emboscada tras el resplandor de un sol entre nubes, era diferente. Sí, la pista lucía con un lustre nuevo, que de algún modo, tal vez por mi iluso deseo, me recordaba a los circuitos de primera línea que albergan ahora las carreras de MotoGP. A este llamativo detalle, añadí el aspecto que ofrecía el parking casi repleto y el ambiente en un paddock de lo más concurrido en los últimos tiempos. Lo cierto es que el mismo ánimo pesaroso con el que había acudido en las últimas ocasiones a esta pista tan entrañable se me vino arriba en este domingo de la Hispanidad.