La Ventana

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Una narración inverosímil, imposible; un momento que no tendría cabida ni en la mente de los maestros del género fantástico o del de la ciencia ficción. Ni Orson Wells, ni Greog Orwell, ni Stephen King, ni el propio Asimov serían capaces de cuadrar un texto tan absurdo y disparatado como el de La Ventana.




-Señores, efectivamente, el árbitro ha visto el empujón y, aquí lo tienen:
¡Falta al borde del área para España!
¡ Minuto 90 de partido y empate a cero en el marcador!

Las palabras gritadas del locutor ganaban paulatinamente en entusiasmo hasta dar la impresión de que quebrarían los cristales de la cabina de comentaristas.

-Parece que va a ser Iniesta el encargado del lanzamiento, aunque da la impresión de que el balón le va a quedar un tanto escorado hacia el lado de su pierna mala.

El locutor continúa enfatizando la capital importancia de ese lanzamiento directo, transmitiendo toda la tensión acumulada durante una hora y media de partido y que por fin puede eclosionar en un antológico momento de euforia.
Ventana ilustración
-¡Ahí lo tiene, España tiene en la mano su segunda Copa del Mundo!

Toda la afición, con la mirada clavada en el televisor y repartida por millones de hogares, plazas y bares, entrelaza sus manos o se cogen por los hombros para tratar de enviar con su deseo, en una piña millonaria, toda la fuerza y la inspiración al delantero español.

-El colegiado cuenta los pasos desde el baló. Ahora ordena la barrera, Y ahora se retira para pitar la ejecución de la falta.

Las gargantas de los aficionados se anudan mientras mantienen la mirada literalemente clavada en el televisor con las cejas levantadas. Sus músculos se paralizan en una extrema tensión mientras un silencio crispado comienza a cubrir cada sala, cada habitación, cada plaza. La expectación alcanza su culmen cuando la voz del comentarista se angustia, tiembla…

-Iniesta se aleja del balón contando los pasos… No despega la vista, no aparta su punto de mira de la portería. Se concentra. Besa la medalla de la Patrona de su pueblo, que lleva siempre colgada al cuello. Se prepara para tomar carrerilla y…

Sí, y en el momento en el que por fin se vislumbra la ocasión de dar rienda suelta de una vez a la cautiva pasión por una victoria soñada en una nación entera, en el momento en el que la tensión, la emoción, incluso el miedo, que han esculpido el semblante de cada espectador, agarrotando cada músculo de su cara, pueden por fin liberarse en una inconmensurable explosión de júbilo, la voz televisiva toma una insólita dirección:

-Nosotros nos vamos durante sólo unos minutos a publicidad. Pero no, no... No se retiren, no abandonen nuestra emisión porque pueden continuar siguiendo el juego a través de La Ventana que aparece en el margen izquierdo de su pantalla.

Nosotros volvemos enseguida.
 

Tomás Pérez

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