Prueba Yamaha MT-10 SP – Potencia bajo control - Primera opinión
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Probador: Mariano Caballero
Ficha Técnica: 50 años, 71 kilos, 1,75 m.
Nivel: Ruteroadicto, chiflado por la moto y por las carreteras ratoneras. Alma de viajero .
“Derivada de la YZF-R1”. Solo eso impone cierto respeto, al menos a un servidor. Saber que cuentas con tanta tecnología punta debajo del trasero, o a tu servicio en los puños/piñas, supone una gran delicia y produce un verdadero entusiasmo, pero también cierto respeto.
Es una naked con un precio que a priori se antoja elevado, pues es cierto que se acerca a los 20.000 € (18.299 € para ser más exactos), pero no es menos cierto que hay mucho trabajo fino que solo la pasión y su apreciación, te harán admitir o no la conformidad con este precio. Yo puedo asegurar, y creo que con más criterio a medida que aumenta el número de pruebas que realizo, que no hace falta un desembolso tan grande para divertirse en una buena moto, y no hablo de una diversión ajustada, sino de una diversión elevada. Pero no sería justo si no reconociera que los gadgets, unos más necesarios por seguridad, otros por comodidad, nos hacen sentir esta diversión con más tranquilidad o más calidad, y que muchas veces hasta pagamos ese sobreprecio… no voy a decir con gusto, pero sí sin importarnos tanto como con otras cosas. Así pues, si esos gadgets o elementos de alta calidad son en materiales o componentes como el chasis, los frenos o, como es sobre todo en este caso, las suspensiones, es muy probable que nos cueste un poco menos admitir ese gasto. Otra cosa será que lo podamos pagar, o que pudiendo, lo queramos pagar; o que valoremos si merecen o no la pena para cuestionarnos ese esfuerzo económico; pero lo que no podemos negar es que su calidad está ahí, y su efectividad se pretende (a veces se consigue más, otras no tanto), y justifican, nos guste más, o nos guste menos, su sobreprecio.
Pero dejémonos de “filosofadas”, y pongámonos a probar esta máquina que a primera vista pareciese un “transformer”. Como cada vez que pruebo una moto, previamente dedico unos minutos a mirarla de arriba abajo. Ya he dicho en muchas ocasiones que me gustan casi todas (por no decir todas), así que no lo hago jamás con ojos críticos, o de valoración de si es bonita o no lo es tanto, para eso están las fotos y que cada uno juzgue. Lo hago buscando los aspectos más llamativos. En esta MT-10 SP he encontrado varios que a mí personalmente me han resultado preciosos, y destacando uno en particular: su basculante (no sabría explicar por qué, pero me ha parecido precioso). La combinación de colores, y el dorado de las barras de horquilla, son otros de los aspectos que me han encandilado. Y su escape Akra, otra delicatessen estética (y no te cuento ya, si tienes ocasión de escucharlo). En cuanto a su conjunto, es una moto tremendamente musculosa de la parte delantera, tiene un “pectoral y abdominales” verdaderamente dimensionados, y una “cintura y trasero” muy ligeros, quizás excesivamente ligeros en proporción estética… pero solo cuando la miras sin piloto y con ojos críticos, no es algo que resulte chocante. Como he comentado hace un momento, la combinación de colores que me ha encantado, y la aparición de los colores “de luxe” de Öhlins, nos dejan claro que estamos ante una moto de componentes top.
Poner el motor en marcha es una auténtica delicia. Es como si estuvieras frente al box de Yamaha MotoGP; a cierta distancia, eso sí, porque lógicamente la intensidad del sonido es menor, pero… ¡ay madre cómo suena este motor!
Este motor, del que Yamaha declara 160 CV a 11.500 rpm y un par de 111 Nm a 9.000 rpm, es un tetracilíndrico de 998 cc al que Yamaha denomina “CP4” (Crossplane 4 cilindros). No es otra cosa (como si esto fuera sencillo), que un motor con un encendido irregular de 270º, 180º, 90º y 180º, que persigue conseguir un par y potencia lineal desde bajas vueltas. Ya lo veremos, pero os adelanto que lo consigue.
Encima de la moto, llego al suelo con ambos pies, casi por completo con ambas plantas, y no me resulta difícil mover sus 200 kg en parado (190 kg en seco, 210 kg con todos los llenos). La postura es muy natural, verdaderamente cómoda. Me esperaba una postura un poco más “agresiva”, pero no, es muy natural, y a la larga me ha supuesto cero cansancio en los aproximadamente 450 km de prueba.
Y comenzamos (¡por fin!). El cuadro de mandos es un display TFT a todo color, que facilita muchísima información, mucha más de la necesaria. Con los botones de las piñas (fundamentalmente de la izquierda y muy a mano), podrás seleccionar el control de tracción, los modos de motor, la regulación de las suspensiones, el control de crucero, etc, etc, etc. Me dejo muchas cosas en el tintero, pero es que la posibilidad de configuración es tal, que me harían falta bastantes horas y páginas para poder especificarlas todas. Una pasada, sencillamente.

Me ha costado salir del garaje… no por nada especial, sino porque era un deleite escuchar el sonido del motor amplificado por las cuatro paredes (jejeje) Fuera de bromas, engranamos primera con un tosco “clock”, nada que resulte desconocido, pero sí algo más acusado de lo habitual en las motos actuales. El arranque es fácil, el embrague y el acelerador son suaves y sencillos en su manejo, lo cual también nos permitirá una salida fulgurante si es lo que deseamos.
Por zonas urbanas lo cierto es que te sientes a gusto, todo bajo control, y con sensación de seguridad y “poderío”. No hay tirones, el motor es suave, incluso a bajas vueltas, y sube sin rechistar a la más mínima insinuación. Vaya, que si ya sabíamos que su par es de cifras considerables, podemos confirmar que, además, es sobre todo un par de gran “calidad”.
Salimos a buscar carreteras de curvas, y primero tendremos que hacer unos cuantos kilómetros de autopista. Cuanto menos, aquí la MT-10 me sorprende; me sorprende su protección. ¿Su protección? No me he vuelto loco, es evidente que es una naked, y el viento nos da de pleno, pero es curioso (ya veremos si José María ha tenido mismas o parecidas sensaciones), que por un lado no sufro las habituales turbulencias en la cabeza de esta clase de motos, y no lo puedo achacar al casco, ya que llevo el mismo casco de siempre (un espléndido Scorpion Exo 2000 Evo Air), y por otro, aún recibiendo el viento en pecho y hombros, a medida que aumento la velocidad parece que la incidencia del viento disminuye, hasta que superamos ciertas cifras, claro. Pero digamos que a 95-100 km/h, el viento es más molesto que a 130-135 km/h de marcador. Incluso a 150 km/h de marcador, la resistencia al viento me ha parecido muy similar que a 100 km/h (estás últimas velocidades y alguna superior, solo las he experimentado en circuito para realizar esta prueba de protección). La estabilidad en estas circunstancias de vía no he podido comprobarla… habría que circular a velocidades de delito para ponerla en apuros. En definitiva, me ha sorprendido gratamente por lo efectivo de su “desprotección”; además, su postura y su asiento creo que me permitirían hacerme largos recorridos sin mucho cansancio (más allá del aburrimiento que me producen estas carreteras).
Afortunadamente, antes o después llegamos a zona de curvas, para ponerle un poquito a prueba, que es para lo que los ingenieros de Yamaha y Öhlins tanto empeño han puesto en su desarrollo. Me gusta dejar las conclusiones para el final, pero no puedo: descomunal (así, tal cual). He ido probando los modos “automáticos” (o prefijados) de regulación de suspensión de los que dispone, y en ambos casos me han parecido excepcionales, ya sea por el chasis, por las suspensiones, por las geometrías, o por todo ello junto, pero lo cierto es que no he conseguido ponerla en apuros (dentro de mis posibilidades, claro); si la moto no va por donde pretendías, no le eches la culpa a la MT, piensa más bien que algo no has hecho debidamente, porque lo que a la moto le “dices” que haga, hace, sin desviarse un pelo. Es precisa y “obediente”. No puedo dejar de comentar que a medida que me animaba a apretarla más, me hubiera gustado poder probar un manillar un poco más bajo de posición, creo que aumentaría, si no la efectividad, sí la sensación de control.
El motor… delicioso. El compromiso potencia/control, ya sea electrónicamente o a través de la dosificación del acelerador, me ha resultado realmente efectivo y apasionante. Reconozco que me ha costado ciertos kilómetros coger la suficiente confianza como para explimirla un poco, pero creo que ha sido más psicológico que otra cosa, por el “respeto” que ya he comentado me imponía su ADN. A partir de ahí… a partir de ahí lo cierto es que ha sido un verdadero disgusto tenerla que devolver a Yamaha, porque el tiempo y kilómetros de prueba me han resultado escasos. El motor empuja contundentemente desde muy abajo, como ya comprobamos en ciudad, y si aceleras con decisión, no será muy difícil que salgas de las curvas a una rueda, incluso en tercera velocidad, y con la sensación de total control.
El cambio semiautomático (cambio de marchas sin utilizar el embrague ni dejar de acelerar, denominado quickshifter) ayuda mucho a la diversión y efectividad en la aceleración, y funciona de maravilla. En la MT-10 sólo está disponible para subir marchas, no para bajar. Como mi moto no dispone de este sistema, y no estoy habituado a este sistema semiautomático, de momento me resulta mucho más natural así, pues no me cuesta subir de marchas sin dejar de acelerar y sin utilizar el embrague, pero sí me supone “pensar”, reducir velocidades sin utilizar el embrague. En este caso embrague antirrebote, que funciona de maravilla, por cierto.
Incluso por carreteras bacheadas y muy ratoneras, la moto se encuentra a gusto, a ritmo del que pudieras imprimir con cualquier top trail actual… o muy similar al menos. No se descoloca, entra bien en curva, por muy cerrada que esta sea, se cambia de dirección en las enlazadas con buena agilidad… en definitiva, transmitiendo control, seguridad y diversión con poderío.
En cuanto a los frenos, son como cabría esperar: potentes y dosificables; muy potentes y muy dosificables; probablemente su eficacia se vea incrementada y ayudada por sus suspensiones.
En cuanto al consumo en la prueba, ese sea quizás su punto menos bueno, ya que no puede presumir de poco gasto, ni siquiera si lo intentas. Si haces conducción “eficiente”, es difícil no acercarse mucho a los 6 litros/100 km. Haciendo conducción mixta/deportiva, rondarás los 7 o los superarás… así que, al menos con esta MT-10 SP olvídate de la eficiencia, y disfruta sin contemplaciones.
En resumen: una naked potente, con un motor al que difícilmente le encontrarás pegas, con unos componentes ciclo de primera calidad, efectivos, que te dan una verdadera sensación de confianza y control. Con una “protección curiosa”, más de lo que pudiera parecer lógico en una naked, y una posición muy natural y cómoda. No la juzgo a nivel viajera, sería injusto, aunque no te decepcionaría si no te importa sufrir un poco (desde luego si piensas en viajar con una naked, es que no te importa). Si fuera tico (costarricense) esta moto definiría su filosofía – “Pura Vida”. Como buena naked, es un “desmelene”. Un desmelene con todo bajo control. Un desmelene con una energía y potencia excepcionales. Si la tuviera que definir mi amigo Diego, al que tengo excepcional aprecio, estoy seguro que utilizaría un único adjetivo: “extraordinaria”.
Continúa con la opinión de José Mª ...