Sistema Antibloqueo de frenos TCB - Prueba SIN TCB
Article Index
Ya sobre la pista, pruebo primero con la Harley. Acelero a fondo, aunque cuidando la joya atmosférica de 883 cc, y tiro de freno secamente, con brusquedad. La reacción de la moto es tan violenta como inesperada, con el neumático delantero deslizando al instante, y lo que es peor, de una forma lateral para llevarme a perder la verticalidad. La verdad es que si no hubiese estado preparado y esa derrapada lateral me hubiera cogido de sopetón, no sólo me hubiese llevado un suto, sino que no las tendría todas conmigo para hacerme con la situación sin plantar un buen pisotón sobre el asfalto del FK-1.
Vuelvo a probar varias veces y me encuentro con que la Sportster derrapa con una facilidad asombrosa sobre un asfalto tan exquisito y exclusivo que no me cabe duda de que no volverá a pisar ni en sueños. Tanto fue así que, me hizo dudar de la calidad del neumático que montaba. Voy a obviar la marca de la goma porque, pendientes de montajes y desmontajes, no revisamos la fecha de caducidad, y a los pocos días se sustituyó. En cualquier caso y puestos a probar, lo cierto es que para esta ocasión y por una vez, nos venía que ni al pelo un neumático con escaso agarre.
Efectivamente, en sucesivas frenadas, manteniendo la maneta apretada a fondo infinitamente más allá de lo que lo haría el Manotazo del Pánico de un principiante, el neumático delantero arrastraba y arrastraba sobre el imponente piso del FK-1 hasta llegar a hacer humo, con esa peste a goma abrasada que tanto nos motiva a los quemados de La Moto.
Ahora cambio al scooter para simular esa frenada de pánico del principiante, y me quedo más que sorprendido, perplejo, por la diferencia que siento. Tal es ésta que con el gas cerrado y el motor reteniendo, me resulta imposible clavar la rueda, hacer derrapar el neumático delantero del Yamaha Xmax; y llego incluso a pensar que en cualquier momento haré un invertido con él en alguna de las frenadas más brutales (de 60 a 0 en ¡5 metros!): Casi me dejo las rodillas contra el interior del escudo.
Lo comento con mi compañero Sergio, que ese día me cedió todo el protagonismo, dejando a un lado su equipación de "romano" para ocuparse de la parte audiovisual de este reportaje. Me anima y me dice que pruebe ahora a frenar manteniendo el gas abierto, llevando así el tren delantero con mucho menos apoyo.
Hago caso a Sergio, tomo carrerilla, pero esta vez cambiando de fómula, y cuando agarro el freno con la convicción de derrapar en plena aceleración, el deslizamiento de la rueda delantera es casi instantáneo.