UNA BELLA TEORÍA
UNA BELLA TEORÍA
Circula por ahí una teoría que escuché hace ya mucho tiempo y que, curiosamente, no he vuelto a oír desde hace algunos lustros. Es una bella teoría que suena como un cuento juvenil o, para el que tenga un poco más de imaginación, como una leyenda renacentista. Una teoría también de romántica inspiración que toma su fundamento, precisamente, en ese periodo de las artes y del pensamiento que ha envuelto con el espíritu más purista y la esencia de la aventura un siglo de la Historia Occidental.
Esta teoría explica con ese apoyo secular el origen de un estilo marcado por la forma de montar en moto de un continente y con la postura y manera de conducirla en el otro. Estamos hablando de cuál es el origen de esa llamativa diferencia entre la posición custom y la posición llamémosla europea.
Pues, efectivamente, esta teoría nos remonta a los comienzos de 1.800, incluso a las décadas postreras del siglo XVIII, y evoca por un lado la forma de montar a caballo que tanto hemos visto en los westerns y, por otro, el estilo de los jinetes de la Europa napoleónica o de la victoriana Inglaterra. Efectivamente, si nos fijamos en cómo llevan colocados los pies y las piernas ese caw boy que hace largas travesías, de semanas enteras, por los inhóspitos parajes que se extienden a lo largo y ancho del Oeste americano, observaremos que llevan los estribos sueltos con las cinchas largas para dejar estirar las piernas, relajarlas, colocando los pies hacia adelante. Del mismo modo vemos que las riendas quedan igualmente sueltas y largas para llevar las manos apoyadas en el pomo de la silla de montar, o más atrás incluso: posadas sobre el regazo de sus muslos, para dejar el tronco apoyado sobre los riñones, los hombros caídos hacia atrás y la espalda mirando hacia la grupa del caballo.
Además de todo ello, observamos también que el ritmo habitual de cada cabalgada en el Oeste era el paso y que, aunque, lleven el caballo al galope, no rompen en ningún momento su genuina postura.
Visto así, pienso que resulta fácil ver la proyección histórica del cowboy, cruzando las vastas extensiones de Texas, sobre la imagen del motorista custom actual, tendido hacia atrás sobre su cerda para atravesar los mismos territorios y al mismo ritmo, el paso, que su ecuestre ancestro.
Si volvemos a aquellos tiempos en los que El Romanticismo inspiraba a los creadores de cualquier rama de El Arte, y abandonamos el salvaje Oeste para cruzar el Atlántico y cambiar de continente, podremos recordar al aristócrata inglés cabalgando al galope tras la jauría que acorrala al desdichado raposo, o al correo de Napoleón surcando a caballo los caminos que cruzan la campiña. Si los comparamos con vaqueros, colonos o pistoleros, veremos que los jinetes europeos llevaban a caballo una posición completamente girada sobre el eje imaginario que podríamos dibujar atravesando la cadera de lado a lado. El jinete de la europa romántica cubría por lo general cortos recorridos, normalmente con cierta premura, por lo que el ritmo más visto entonces era el trote o el galope, aunque sin llegar a lanzarse a tumba abierta. El jinete europeo llevaba las cinchas más cortas, con los estribos más recogidos que los yanquis, una posición que dibujaba sus piernas plegadas sobre sus rodillas. Aparte disponía las riendas también más cortas, llevando las manos más adelante, para acercarlas, yendo al galope, a las crines del animal o colocarlas incluso a ambos lados de su cuello. Los brazos, tomando una postura natural, se plegaban, inclinando el tronco sensiblemente hacia adelante y colocando la cabeza, por esa misma inercia espontánea, agachada y normalmente tras las orejas del corcel.
De la misma manera, no cuesta mucho ver cómo la silueta que el jinete europeo del siglo XIX recorta sobre su caballo se proyecta en el tiempo, sin apenas moverse, sobre cualquier naked o cualquier sport-turismo de hoy día… No hablemos ya de la postura del piloto velocista: Cualquiera diría que ha sido dispuesta con la misma figura que compone el jockey sobre el pura sangre lanzado a tumba abierta sobre la arena del hipódromo.
Éste es el origen ecuestre de la diferente forma de montar en moto en dos partes de El Mundo.
Aunque, en fin, sólo se trata de una teoría.
Eso sí: Una Bella Teoría, ¿no os parece?
Tomás Pérez.